Cruzando puentes sobre aires esculpidos
Fue en Nueva York, un 7 de
septiembre de 1930. Theodore Walter Rollins llegaba a este mundo. Con el paso
de los años, aquél niño de Harlem se colgaría un saxo al cuello y empezaría a
dibujar el viento a ritmo de jazz. Lo conoceríamos como Sonny Rollins y dejaríamos
ir nuestra mente en cada surco de los vinilos que su aliento tuvo a bien
esculpir. Porque cada grabación suya es algo más que el registro de muy, pero
que muy buena música. Cada pieza es una escultura del momento, el instante
captado e insuflado saxo a través en nuestras mentes. Y estos instantes se
tornan nuevos a cada escucha de sus discos, horas de sesiones junto a la
trompeta de Miles Davis y los pianos de Bud Powell o Thelonious Monk. Y cuando
a uno le baña la memoria su álbum The
bridge de 1962 no
tiene más que desear que los pies de la mente no se detengan, que sigan
saltando sobre los charcos y recortando aviones de papel que sobrevuelen el
puente de Rollins. Sus 82 años son la fuerza arrolladora de un talento que no
se apodera del público sino que lo invita a compartir escenario, el escenario
de la vida que nos lleva, las vueltas de la esquina de un Cutting edge que él perfila como nadie, un Love at first sight compuesto ahora y aquí, en la
trastienda Dancing in the
dark. Señoras y
señores, con todos ustedes, Mister Sonny Rollins.
El placer de verle aparecer
en escena es indescriptible. Encorvado, de caminar fràgil, con su camisa roja
larga y ancha, su pelo blanco cargado de energía y su barba perfilada, su
presencia conlleva un halo de misticismo. En cuanto la banda empieza a tocar,
Sonny Rollins pronto toma las riendas. El aire se torna viento sincopado en su
saxo, y la fuerza arrolladora de los mitos del jazz se apodera del público. Hay
algo de reverencial en los conciertos de Sonny Rollins, lo cual artísticamente
no es un aspecto positivo. Pero no hay más que dejarse llevar por los pálpitos
alados que crea sin parar para darse cuenta de que los puentes son siempre
posibles y que la oscuridad no nos persigue sino que nos abraza como una
hermana temerosa del exceso de luz, el auténtico peligro. Bailemos pues a
oscuras mientras cruzamos el puente de la vida.
SONNY ROLLINS vídeos aquí
Texto de Juan Carlos Romero
Foto cortesía de Tedkurland Associates
Todos los derechos reservados