Paraguas celestiales
Jacques Demy nació en Pontchâteau, Francia, en 1931, suficiente para vivir
la crudeza de la guerra, la invasión alemana, el horror nazi, la división del
país entre colaboracionistas y resistentes, y la posterior liberación de
Francia. Tras toda la brutalidad, estudió Bellas Artes y trabajó como ayudante
de Paul Grimault, figura fundamental del cine de animación. Aquella
colaboración sin duda alguna fue gran influencia en su posterior visión
colorista especialmente en el cine musical. Además, colaboró también como
ayudante del documentalista Georges Rouquier.
El primer largometraje que dirigiera Jacques Demy llegó en 1955, Le
Sabotier du Val de Loire (1955), aunque su primera gran obra sería Lola (1960), en plena efervescencia del
movimiento de la Nouvelle Vague. Jacques Demy irrumpió con personalidad propia
en el grupo formado por Godard, Resnais, Chabrol, Rohmer, Truffaut, Varda, su
esposa, y un largo etcétera, siendo un momento único en la historia del cine
que perdura hasta nuestros días.
Más tarde llegarían Les baies des
anges (1962) protagonizada por Jeanne Moreau y Les parapluies de Cherbourg (1964), drama con todos los diálogos
cantados que le haría ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Una
visión renovadora del cine musical, dramática pero profundamente colorista,
alejándose así de los signos de identidad de los inicios de la Nouvelle Vague,
muy marcados por el drástico blanco y negro. Catherine Deneuve protagonizó una
película que tuvo secuela en la deliciosa Les demoiselles de Rochefort (1967), esta vez junto a Françoise
Dorleac, dos películas que son sin duda clásicos en la historia del cine.
Su carrera continuaría hasta su temprana muerte en 1990, innovando
estéticamente en obras como Model Shop (1969), Peau d’âne (1970), revisión de los cuentos infantiles
de nuevo con Deneuve como actriz principal, Lady Oscar (1979),
acercándose al manga japonés con su versión de “La rosa de Versalles”, y
la última Trois places pour le 26 (1988) mezclando realidad y ficción
para narrar la vida de Yves Montand. Su cine es un enorme paraguas en el que
refugiarse de la mediocridad reinante, un color cambiante a disposición de las
imaginaciones más abiertas, pequeñas o grandes, que saben que la humedad social
es doliente tan sólo en huesos de poco músculo creativo. Como escribió Kavafis,
quien es capaz de apreciar la poesía ya vive un escalón más cerca del cielo.
Jacques Demy nos lo pintó lleno de vida.
LES PARAPLUIES DE CHERBOURG VIDEO. Clica aquí
Texto de Juan Carlos Romero
Foto cortesía del Festival de Cine de San Sebastian / Donostia Zinemaldia.