¿Dónde está la sombra de Molly Jones?
Es McCartney, la melodía hecha realidad. El 28 de mayo de 1971 se publicó
el álbum Ram (Apple, 1971), segundo
intento en solitario de Paul McCartney, uno de los más importantes compositores
de la historia de la música popular, dotado de un extraordinario talento
melódico, amante de la contraposición de estilos y miembro fundador del más importante
grupo de la historia del rock. Tras su álbum de debut, McCartney (Apple, 1970), de sonido casero y autoindulgente, creador
del sonido lo-fi con canciones maravillosas como That would be something, Every night, Junk y Maybe I’m amazed y tocando todos los instrumentos, McCartney dio un
paso más en su búsqueda de un nuevo sonido. Teniendo en mente el sonido de una
de sus mayores influencias, Brian Wilson, McCartney creó una maravilla pop que
ahora cumple su cuarenta aniversario. Muchos la despreciaron entonces, ahora
nadie duda de su virtuosismo melódico e innovación estilística.
“Too many people going underground, too
many reaching for a piece of cake, too many people pulled and pushed around,
too many waiting for that lucky break. That was your first mistake, you took
your lucky break and broke it in two. Now what can be done for you, you broke
it in two”. Así arranca un disco ante todo colorista y vibrante. Too many people es exuberante, de guitarras gruesas y melodía
juguetona. 3 legs se acerca a lo
básico para luego echar mano de ecos y arpegios rockeros. Ram on nos hace danzar a ritmo de ukelele y piano de sonido
californiano. Dear boy nos sienta a
Paul al piano haciendo además un alarde vocal, sencillamente impecable. Y así,
hasta el final del disco, pasando por bellezas como el tríptico Uncle Albert /Admiral Halsey y el
lirismo de Long haired lady, la
crudeza de Monkberry moon delight, y
los impecables rocks Smile away y Eat at
home, acabamos con la voluptuosa Back
seat of my car y su estribillo “We
believe in what we can be wrong”.
La carrera de Paul McCartney se ha deslizado desde entonces por facetas
diversas, muchas de ellas llevándonos incluso a dudar de su talento. Pero con
la perspectiva del tiempo se muestran espléndidas obras como Band on the run (1973), Tug of war (1982), Flaming pie (1997), Driving
rain (2001) y el más reciente Chaos
and creation in the backyard (2005) junto al productor Nigel Godrich, así
como su electrónico y ecléctico proyecto The
Fireman junto a Youth con delicias como
Rushes (1998) y el último Electric
arguments (2008) o sus colaboraciones con Elvis Costello a finales de los
ochenta y el álbum grabado junto a Allen Ginsberg, Philip Glass, Lenny Kaye y
Marc Ribot The ballad of the skeletons (1996).
Su último trabajo es una pieza sinfónica para ballet bajo el título Ocean’s kingdom (Decca, 2011). Se trata
de su quinta obra clásica tras Liverpool
Oratorio (1991), Standing Stone (1997),
Working classical (1999) y Ecce cor meum (2006), todas ellas
irregulares pero con algunas de las mejores melodías de Paul McCartney como las
piezas Settle down, Eclipse, A leaf,
Haymakers, Tuesday o Spiritus. Su
reciente Ocean’s kingdom es una obra
deliciosa plenamente clásica, de influencia romántica con alguna nota del Nueva
York de los años veinte. No estamos ante una obra profunda, más bien ante una
visión infantil, un himno a la inocencia dibujado en melodías entrecortadas por
golpes rítmicos. Cuatro movimientos nacidos de su colaboración con el
coreógrafo Peter Martins en los que destaca Hall
of dance por su nervio colorista. Nada nuevo bajo el sol, pero hermoso como
siempre.
RAM VIDEO. Clica aquí
Texto de Juan Carlos Romero
Paul McCartney webiste http://www.paulmccartney.com/
Foto de Chris Floyd. © Chris Floyd.