Arte de proa
© gerhard richter 2012 Gerhard Richter, 'Betty', 1988, huile sur toile, 102x72cm Saint-Louis Art Museum Gerhard Richter 2012 |
"Se estableció en el otro
extremo de la góndola y se acostó, frente a mí, con la cabeza sobre su propio paquete
miserablemente pequeño y no dijo nada". Este es un extracto de la novela Los vagabundos del dharma escrita por
Jack Kerouac en los años cincuenta, y se adecúa perfectamente bien con mi
sentimiento frente a la obra artística de Gerhard Richter. Me lo imagino
perfectamente yendo una y otra vez hasta el otro extremo de nuestra góndola
social, sentado allí mismo, en su propio proceso creativo y sin decir nada, aún
cayéndose, dejándonos solos ante la realidad y frente a todas las preguntas que
crea alrededor de ella. No hay una respuesta sin pregunta, no hay éxito sin
errores, no hay vida sin caer, no hay arte sin una pregunta, y no hay pregunta
sin pasión o sin miedo, las dos caras de una misma moneda.
La proa del arte Gerhard
Richter proviene de un renacimiento continuo. El artista alemán dice que en su
obra no tiene intención, ni programa ni ningún estilo o tendencia a seguir. De
las concepciones abstractas a las obras fotorrealistas, Gerhard Richter se ha
convertido en una de las figuras principales en el juego de la proa artística
actual. Su exposición Panorama presentada
en el Centre Pompidou de París y la Tate Modern de Londres, es un recorrido a
lo largo de su camino creativo todavía vivo. Cinco décadas de reflexión social,
desde el terror del nacionalsocialismo a su obra September 2005, un cuadro de los ataques terroristas contra el World
Trade Center de Nueva York en 2001. Y cinco décadas también en la investigación
artística, desde las pinturas creadas a partir de fotografías en blanco y
negro, tanto retratos como en Helga
(1965), como vistas aéreas panorámicas como en Cityscape Madrid (1968), a las pinturas borrosas como en Ema (Akt auf einer Treppe) (1966) y su famoso Autoportrait
de 1996.
Confieso mi fascinación por
este viaje desde el realismo a lo abstracto, como la Tante Marianne extraída de la percepción normal y llevada a un
nuevo nivel en el que la existencia individual y como la gente la percibe pueden
verse de muchas maneras diferentes y cada una de ellas nos lleva a nuevas
preguntas y respuestas aún más claras. Al final, cuando uno ve su Kerzel / Vela (1982) y se pregunta
acerca de la existencia toma conciencia de su condición efímera, el Schädel / Cráneo (1983) es nuestro fin
común, pero Gerhard Richter es capaz de darnos una sensación más atemporal, una
escobilla de goma en la concepción normal de tiempo, la idea de la equivalencia
entre materia y energía y su transformación eterna. La realidad es abstracta.
Texto de Juan Carlos Romero
Obra Betty de Gerhard Richter. © gerhard richter 2012
Imagen cortesía de Centre Pompidou, Paris
Todos los derechos reservados
Obra Betty de Gerhard Richter. © gerhard richter 2012
Imagen cortesía de Centre Pompidou, Paris
Todos los derechos reservados