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FELÍCIA FUSTER

Farola poética





Aquells Fanals fue una novela escrita por la artista catalana Felícia Fuster intelectualmente rebosante y de contenido claramente autobiográfico. Nacida el 7 de enero de 1921 en el popular barrio de pescadores de la Barceloneta, en Barcelona, creció entre los hierros de la ferretería naval que poseía su familia materna. Sierras y clavos como los que forjaron su imaginación llevándola a crear artísticamente una obra densa dentro de un “mundo pequeño o casa grande”, como definió su entorno infantil, origen de su soledad libertaria, siempre abierta al mar del espíritu. Su ventana física se cerró el pasado 4 de marzo en París. Había pintado 91 años de búsqueda de libertad.


De familia muy activa, heredó de su abuelo Rafael Viladecans la afición al dibujo. Su primera profesora en la escuela, la señora Teresa Calvet, detectó su interés por el estudio y en 1932 ingresó en la escuela vanguardista Institut de Cultura de la Dona, sobresaliendo en todas las asignaturas. Destacó especialmente su increíble perfección en el dibujo por lo que se le recomendó el ingreso en la Escola Massana de Arts i Oficis, algo inusual por su temprana edad y para lo que se tuvieron que superar grandes obstáculos administrativos. Allí estudió pintura y diversas técnicas compaginándolo con sus estudios de música en la Acadèmia Marshall, fundada por Enric Granados y Frank Marshall. En lo musical destacó su brillante capacidad para tocar el piano.

Felícia Fuster no cesó nunca de dar muestras de una enorme capacidad creativa. En 1942 se matriculó en la Facultad de Bellas Artes y durante el viaje de fin de estudios fundó junto a otros compañeros el grupo vanguardista Los últimos que acabó en una exposición colectiva en 1947. Fue una experiencia breve, pero acorde a su búsqueda de libertad de expresión, que nunca abandonó. Durante los años cincuenta, huyendo de la opresión franquista, inició su periplo internacional con exposiciones en París y Nueva York. París fue el lugar donde respiró lo suficiente para empezar de cero. Compaginó tareas de gestión en agencias publicitarias con su tarea artística hasta 1981, cuando su situación económica ya le permitió por fin centrarse en lo creativo. “A veces, la vida te envía una ventolera que te deja fuera del camino; y así me pasó a mí, el viento me sacó del camino que llevaba y me apartó de todo”. Y la poesía y la pintura fueron su único motor desde aquél momento.

Su nuevo impulso se materializó en 1983 con el poemario Una cançó per a ningú i trenta diàlegs inútils. Lleno de melancolía y del sabor de aquella Barceloneta de su infancia, tanto en aromas como en fonética, de un catalán hermoso como el que la envolvió en los años veinte, ecléctica, fuera de todo movimiento, la obra se nos muestra espléndida. Seguirían Aquelles cordes del vent y I encara, todo sin abandonar su faceta pictórica. Definió un estilo abstracto propio bajo el nombre Plurivisión, mediante un dispositivo mecánico creado por ella misma que te permitía ver su obra desde diversos ángulos, llevándote a diferentes interpretaciones.

Sus viajes a oriente, especialmente a Japón y China, le despertaron una fascinación por su cultura que la llevaron a publicar una antología de los haikus de poesía contemporánea japonesa y a escribir un libro fuertemente influenciado por ella publicado en 2001, Postals no escrites. La amante de la salida del sol nos trajo luz desde ángulos tan diversos que necesitaremos toda una vida intensa para descubrirlos.

FELÍCIA FUSTER: UNA RETROSPECTIVA. Exposición aquí

Texto de Juan Carlos Romero