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WISLAWA SZYMBORSKA

La niebla entre los números




A veces uno llega demasiado tarde. Los paisajes vitales se suceden y muchos se nos escapan. Los cogidos a tiempo se convierten en experiencias que se acumulan una tras otra como huellas de distinta profundidad y forma. Unas representan pozos de los que cuesta salir, otras son mundos que tan sólo llegamos a acariciar y que lamentamos no haber vivido intensamente. Por último, las que nos acompañan aún en el día a día, tan sólo vislumbradas en momentos de aparente lucidez. La niebla entre los números que nos encuadran, el espacio que corre entre lo rígido, el aire que nos falta, como cualquiera de los versos que escribió Wislawa Szymborska.

Poeta, ensayista y traductora, Wislawa Szymborska nació en Prowent, Bnin, hoy parte de Kórnik, Polonia, en 1923. Pronto su familia se trasladó a Cracovia donde ha vivido hasta su muerte hace tan solo unos días a los 88 años. A pesar de las duras circunstancias que le tocaron vivir, como la invasión de Polonia por parte de la Alemania de Hitler cuando ella tenía 16 años, o la dictadura comunista posterior a la Segunda Guerra Mundial, ella siempre gozó de un gran sentido del humor y nos recordó nuestro deber de sentirnos afortunados por vivir en este mundo, según ella escribió “un rincón modesto,/ en el que las estrellas dan las buenas noches/ y hacia el que parpadean/ sin ningún significado". Un rincón modesto que ella redescubría en cada abrir y cerrar de ojos, como esperando ansiosa la niebla sobre todas las cosas para así dejar volar de nuevo su curiosidad.

Su obra era la niebla lúcida que nos permitía construir nuestro nuevo aliento ante el misterio. La modestia de quien se siente poseedora de un tesoro sin más valor que nuestra capacidad para apreciarlo. Una decena de libros de poesía son su trayectoria literaria de los que rechazaba los anteriores a 1957 por demasiado cercanos al régimen socialista. Su vida transcurrió en su piso siempre con bombones y brandy al alcance de la mano, y rodeada de sus amigos y haciendo valer su “Solo las preguntas un poco ingenuas son verdaderamente profundas”.

El Premio Nobel llegó en 1996 y en su discurso sentenció que “el poeta de hoy es escéptico e incluso desconfiado”. La ironía asomaba continuamente en sus palabras, dichas o escritas. Las trescientas páginas que atesoran toda su obra literaria están llenas de humor, misterio y duda, siempre renegando de las grandes palabras y entendiendo que la contradicción es parte del juego de la vida. Su poesía es parte ya de mi paisaje, a pesar de los números.




Texto de Juan Carlos Romero