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JOSEP ESCOBAR

El color de la caricatura








Recorrer los espacios que la memoria de mi tiempo infantil ha esparcido por cada dimensión de mi presente es, en muchos casos, caer de lleno en la cuenta de los tebeos. Y básicamente personajes españoles que retrataban con crudeza pero mucho cariño una cultura basada en la picaresca. La figura del pícaro que tantos personajes ha dado en la literatura española y cuyas acciones iban desde lo sutil hasta la chapuza sin paliativos, siendo ésta última lo más común.

Los personajes creados por Josep Escobar están sin duda en un lugar especial y específico, tanto en mi memoria como en la de todos, junto a otros genios españoles de la historieta como Ibáñez y Vázquez, y del humor gráfico como Forges o Mingote. En su entorno inmediato en Catalunya, la tradición del cómic se remonta a los tiempos de la revista Patufet y nos trae a la memoria grandes nombres de ilustradoras como Lola Anglada o Pilarín Bayés y creadores de tiras humorísticas como el Perich. Escobar y sus personajes están vivos entre todos ellos.

Josep Escobar nació en 1908 en Barcelona e inició su carrera como dibujante en los años veinte tras un concurso para la revista Virolet, mientras trabajaba como funcionario de correos. Desde entonces, sus colaboraciones en revistas se sucedieron: La Gralla,L’Esquella de la Torratxa, El Sigronet, Papitu, TBO… En los años treinta, Escobar empieza a trabajar en películas de dibujos animados. Así, en 1933 realizó La rateta que escombrava l’escaleta junto al fotógrafo Joan Bosch.

Pero la Guerra Civil le traería consecuencias penosas. Por motivos políticos fue condenado a 6 años de cárcel, pero incluso allí continuó dibujando caricaturas para los presos ganando así algún dinero. Finalmente, le rebajaron la pena aun año y medio, aunque estuvo en régimen de libertad vigilada. Y así llegaría a finales de los años cuarenta cuando en la revista Pulgarcito crea sus personajes más célebres: Zipi y Zape y Carpanta.

Los gemelos Zipi y Zape, rubio y moreno, son junto a Mortadelo y Filemón de Ibáñez la pareja dibujada más popular de la cultura española. Dos niños muy traviesos que provocan alborotos incluso cuando intentas hacer sus soñadas “buenas obras”, en una familia que mostraba muchas de las durezas de la sociedad española de entonces. Así, el conseguir una bicicleta se convertía en un sueño inalcanzable, teniendo que ganarse cada pieza como premio a buenas acciones. Aunque a falta de bicicleta, el balón de fútbol era el perfecto aliado.

Carpanta, en cambio, era un hambriento que vivía debajo de un puente, que soñaba con un pollo asado por las noches y deambulaba para conseguir una cucharada de lentejas durante el día. Algo demasiado habitual en aquellos días de la España de post-guerra.

Otros personajes completan la obra de Escobar, como Petra, la chacha de traje negro y cofia blanca llegada de un pueblo de interior para servir en la capital. Un universo repleto de sátira a una sociedad donde todo era gris tirando a negro, donde alzar la voz podía costarte la vida y mantenerla en el día a día era harto difícil. Los colores de Escobar dieron a muchos niños algo de color, incluso a los que lo descubrimos ya en los ochenta, cuando todo aquel tiempo no era un recuerdo sino algo lejano que escapaba a nuestro entendimiento.  Escobar murió dibujando en 1994 y de su trazo queda vivo sin duda un gracias Escobar por todas tus “albricias y cuchufletas”.


Texto de Juan Carlos Romero
Foto cortesía  de Montserrat y Carles Escobar. Todos los derechos reservados